Saqueo del Templo de Pachacamac

 Saqueo y destrucción

Ruinas del Santuario de Pachacamac


En el camino de Cajamarca al Cusco los hispanos fueron atacando cuanto pueblo  encontraron, saqueando, robando y destruyendo, buscando las orejeras, cuchillos y vasos ceremoniales, mascaras y los ídolos de los incas y en su recorrido hasta el ultimo confín de la nación inca arrasaron con todo, al mismo estilo de Atila cuando invadió Europa. 
Después de haber deliberado con sus lugartenientes, Pizarro decidió enviar a buscar mas oro por todo el camino hacía el Cusco a su hermano Hernando quien, poco tiempo atrás, había conducido una pequeña expedición de exploración en la región de Huamachuco, al sur de Cajamarca. 
El destacamento español al mando de Hernando Pizarro dejó la ciudad en los primeros días de enero de 1533, estaba constituido por unos veinte jinetes y algunos arcabuceros guiados por indios nobles y sacerdotes que entonces vivían cerca del Inca, pero habitualmente estaban al servicio de ese gran templo. 
Partieron hacia el sur por los Andes, llegaron al callejón de Huaylas, el gran valle longitudinal que les permitió avanzar sin demasiadas dificultades, voltearon hacia la costa a la altura de Paramonga y llegaron después a Pachacamac. Garcilaso de la Vega cuenta que en el transcurso de su viaje, súbitamente Hernando Pizarro y sus hombres habrían visto una colina de oro que brillaba al sol. Habiéndose acercado, se dieron cuenta de la realidad. 
No era un fenómeno de la naturaleza, sino el montón de objetos que unos cargadores conducidos por el príncipe Quilliscacha, un hermano de Atahualpa, traían a Cajamarca y habían juntado mientras duraba su pausa.
En Pachacamac, el domingo 30 de enero los sacerdotes recibieron con honores a los jinetes españoles, siguiendo en esto las instrucciones que había enviado Atahualpa. De manera general, los nativos del lugar, como aquellos de las regiones por las que pasaron, los miraban sin agresividad y con mucha curiosidad. 
Al ver los caballos morder su freno, creían que estos animales comían metal y los españoles inducían a los indios a darles oro y plata mezclados con su hierba. 
Hernando Pizarro, en realidad, el hermano del gobernador no encontró lo que verdaderamente esperaba, los sacerdotes y los caciques de Pachacamac le habían asegurado que le darían todo lo que quisiese, pero parece que en realidad ocultaron todo lo que pudieron y buscaron ganar tiempo, esperando que los españoles se vean obligados a regresar, a pesar de todo, Hernando Pizarro habría regresado a Cajamarca con una buena cantidad de piezas y al concluir su búsqueda, saqueo y crímenes y de haber mandado la parte que les correspondía al rey y a la iglesia, no se quedaron contentos y buscaron las minas que estaban entre las montañas, una vez encontrada utilizaron a los hombres de la localidad y los esclavizaron en un afán de conseguir mas oro, los hacían trabajar día y noche, con este trato inhumano murieron millones de peruanos andinos a los que llamaron despectivamente "indios"
Después del millonario pago del rescate del inca Atahualpa y del oro y la plata que lograron saquear los españoles, la mayor parte fue fundido y repartido en el nombre de su rey y de su iglesia y llevada a España en sus barcos, fueron tantos viajes y llevaban tanta carga que algunos viejos y vetustos navíos terminaron en el fondo de los océanos, años después se originó la búsqueda de barcos españoles hundidos o la búsqueda de tesoros en el fondo del mar.


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